
Staircase in Capri, John S. Sargent
El Rey Puesto ha muerto.
Sigo adelante en mi blog de siempre, mi blog sin reyes. Bahia en calma
Gracias por las visitas y el cariño sincero. Os dejo aquí un beso.
Calada hasta los huesos por tu lluvia de besos, me arropas con el embozo perfecto de tus caderas sabias, mojadas de olas que arrasan por encima de cualquier borda. Compenso tu estabilidad con viento en popa: que mis piernas abracen sin secretos tus palabras.
(Alisia tu voz, inventas poemas de mi cuello a tu pecho. Le susurras a mi vientre de arroyos bajo el puente que mi geografía de cuevas y dunas reside en tu isla -centro de mi paisaje- en un mar sosegado, alejado de turbulencias. Y sonríes)
Cantan tus dedos sirenas de arrebato
que arrancan oleadas de espuma
placer de piezas encajadas
en mi espalda de seda
-savoir faire, trop bien faire-
con un mástil sin lamento,
más gemidos de amarre,
y caricias salpicadas de sal
a ritmo de adivinanzas y, yo solícita,
de tu equilibrio en mi cadencia.
Como locos de atar en un manicomio que flota sobre las letras somos balsa que sobrevive a las mareas (las bebemos sorbo a sorbo para bajarlas); a furias que tratan de anestesiarnos los versos; a azotes de huracanes místicos y sortilegios a golpes de timón. Somos sueño de veleros.
Quedémonos en este puerto.
Todos aquellos meses, el pensar que ella no quisiera volver a verlo le había provocado unos segundos de pánico diarios que fue envasando en bolsitas de tela de gasa blanca, acopiadas en una bombonera de metal. De cada bolsita de pánico desvaído hizo una infusión con aroma a calma -añadió unas gotas de sosiego- que ahora bebe hirviente para que le espante los vestigios de la angustia y le derrita los miedos.
Sorbo corto, vaho en el cristal y mirar al mar por la ventana para pedirle prestado algún vértigo azul con el que pintar el retrato de una mujer de agua evaporada.