martes, febrero 14, 2006

cambios

Él se aproxima por detrás. Lo oye pero no se mueve, sabe cómo se sucederán los siguientes minutos. Sólo se oyen sus pasos sobre la madera y va a depositar sus manos sobre sus hombros y presionarlos ligeramente con sus largos dedos de estéril cariño. Después ella va a mirarlo de lado, con una sorpresa -fingida- y un "No sabía que estabas por aquí...". Y le besará la mano izquierda. Pero no se moverá de su silla y él preguntará "¿vienes a la cama?". "Si... voy en un segundo", será su respuesta falsamente entusiasmada. Y lo oirá alejarse escaleras arriba.

Pero es mentira, no se ha sorprendido de su llegada, ni piensa ir inmediatamente a la cama. Seguirá ahí sentada, una noche más, hasta que se le cierren los ojos y ya no pueda ver más la figura del día que hoy recorta. Porque cada día toma una hoja de papel de 21 por 29,7, siempre blanca, sin explorar, sin vulnerar. Y la recorta con unas tijeras, sin marca previa, sin raya de lápiz, ni de ninguna otra manera poner límites a la espontaneidad, a su cortar perfiles frenéticamente según le dicta la memoria del día. Y si el día fue alterado resulta una figura puntiaguda, comprometida, violenta, perforada. Cuando el día ha sido apacible, la memoria y los dedos se alían a las cuchillas para bordar silencios, adornada con relieves de olas de espuma, mansos recovecos y dóciles curvas. Los días apasionados paren figuras arrebatadoras, ángulos seductores y ambas faces cautivadoras.... Cuando le entra el sueño, tira la figura a la chimenea y se acuesta al lado de un cuerpo que no la calma.

Esa noche se decide y le anuncia a su marido que lo deja. Ese hombre nunca le brindó su misterio, ni le llenó la luna, ni la persiguió con su risa. Él, circunspecto, acata el discurso. De nuevo disimulo y mutismo. Ella derrotada por tanta parquedad recoge sus pertenencias y prepara su equipaje.

Ya de madrugada dormita sobre la mesa cubierta de papel tenso de perfiles abruptos, restos arrancados en hirientes miradas bruscas y reproches olvidados se mezclan con pedazos de desgaste perdidos en la silencios. Mientras los gatos descansan junto a la maleta se acerca su marido, siempre por la espalda, y le susurra las palabras que nunca antes le dijo, las que ella ya no espera, las que deseó escuchar durante años y ahora ya no. Y la besa, la huele, la absorbe y la despoja de argumentos...

Un trece de octubre ese hombre le robó el alma. Perdió la memoria que la liberaba y, con ello, el porqué de una maleta preparada. Su ropa regresó a los cajones y al espliego. Todo volvió a su sitio. Su mente yace mezclada con días intensos olvidados, olor de almizcle, el número de teléfono de un desconocido y un montón de cenizas en la chimenea apagada.

Desde entonces recorta cada noche, desesperada, la misma figura amorfa. Sus papeles ya no perfilan la vida batida con emoción o rabia. Un día es igual a otro, cada día igual al anterior.

Pero ya nada es igual...

11 comentarios:

mentecato dijo...

Tan hondo el sentido o sinsentido de la vida en los encuentros y desencuentros. Queremos cerrar los ojos e hincar pie en definitivo territorio, pero seguimos el viaje. Como un mandato obcecado de la sangre. Sin tregua.

Un abrazo.

m.hurtado dijo...

leyendo este relato algo ha aleteado en mi alma... aun no sé qué ha sido... pero me siento más ligero...

yole dijo...

Siempre el viaje nos lleva en vuelos...
Saludos.

unsologato dijo...

Entonces los espejos de papel saben más de nosotros que nadie... querido nadie... y así tanto fuego...

y sí...está bien, che...


gran beso espejado y felino

Paitoca dijo...

sus recortes: su escondite, su escusa, su mundo, su resguardo... su guarida... todos tenemos algún lugar o algo donde huir cuando las cosas ya no andan como uno quiere, pero esos refugios finalmente desaparecen y nos dejan en evidencia... simple, tanto que cuesta creerlo.

Un abrazo.

LOLITA LOP dijo...

¿Sabes ? está super bien contado ... esa tristeza que transmiten tus palabras tranquilas me ha traido el recuerdo de alguien a quien quiero mucho y que está pasando por una situación así ... mejor dicho vieve en ella ... porque no se atreverá nunca a romper esta situación...

la vida hay que disfrutarla ...

un besito REINA

Alex dijo...

Esto se parece a una canción de Ismael Serrano,pero mejor.

Rodrigo dijo...

cuantas veces nos abandonamos por las breves palabras que nunca se dijeron y que nunca volveran a decirse...nos quedamos con un esperanza ciega y un discurso mudo...y las manos pesadas como juicios..

cariños a granel

mentecato dijo...

En mi escrito "El deslumbrante pájaro del azar", "Niño melón" continúa con lo que tú escribiste.

Un abrazo.

Roberto Arancibia dijo...

Bien!
me ha encantado.
Triste, como casi todo lo que me gusta.

Clementina dijo...

Qué le hizo pensar que puede seguior ahí? Qué justifica que siga ahí inerte, esperando que el día acabe y, seguramente, esperando que no nazca otro?