martes, febrero 18, 2014

vecinos



Nos encontramos por primera vez en la escalera: era una aburrida noche de junio que finiquitaba un asqueroso día laboral. Tu bajabas del tercero con una morena despampanante, yo subía descalza -me dolían los pies horrores y había guardado mis sandalias de tacón en el bolso al llegar al portal-. La morena embelesada te hablaba al oído y ya me dió cierta envidia, para qué mentirte... Ni me vió, ni se apartó.

Tú sí me viste pero no soltaste su cintura. Mientras coincidían nuestros pies en el mismo escalón, era obvio que éramos multitud: ¡ la escalera no es tan ancha! Me pareció todo muy insolente y... me pegué a la pared.

Entonces se apagó la luz y, como quien no quiere la cosa, con tu mano libre aprovechaste para acariciarme el brazo -no fue un roce, no-. Noté tu aliento muy cerca, pero seguiste tu camino y al llegar al rellano, le diste al interruptor y te giraste para sonreírme (y para confirmar que me habías desarmado)

Y yo aún quieta,  saqué mi mejor mirada laser: fulminé a la morena que quedó en el suelo de portal para ser barrida al día siguiente.  Y tu subiste de nuevo para deslizar tu mano por mi cintura. Y tus labios por mi cuello.

Ja.



jueves, febrero 06, 2014

viajes (I)



Yo no he estado nunca en Antigua, Guatemala. Ni conozco la calle del Espíritu Santo, ni las iglesias de la Merced o la Candelaria. No me he sentado a la sombra de ningún arbol en flor en ninguna de sus plazas, ni he leído ningún libro, ni tomado un zumo fresco mientras miraba pasar la gente, relajada, plácidamente.
Pero te espero allí esta primavera, en el Hotel de la plaza Mayor... Eso si tu mujer no te revisa antes el móvil o si mi marido no me revisa el correo y me recorta a pedacitos el pasaporte...

martes, febrero 04, 2014

también



Me escribes, te escribo,  nos pasamos el día entre tu mar y el mío: tu remas, yo navego y, de vez en cuando,  nos lanzamos  besos clásicos, transparentes gotas de sudor, o besos de calamar que enturbian las palabras de nuestras libretas con un manchón de tinta...Y entonces nos llamamos. 

viernes, enero 31, 2014

de madrugada


 
A mi espalda el hombre parlotea, agita manos y gesticula. Una voz invisible le responde y él trata de convencerla. Yo camino junto a una mujer de cuero que me explica novedades de otras latitudes, temperaturas, humedades relativas, rojo y seco. Nos interrumpe su móvil, se ausenta en un portal para hablar con el otro hemisferio.

El hombre ahora grita, ahora me asusta, ralentizo mi paso. Él acelera cabreado con una voz muda. Se exalta, me mira y me advierte: "Has estado a esto de morir" dice juntando su índice y su pulgar en el aire. El aire que remueve me provoca náuseas, ve mi cara incrédula y reafirma: ¿No me crees? ¡A esto!.

Lo veo sacar una pistola de su bolsillo y vaciar el cargador sobre mí. El fogueo le hace gracia, se va, ríe de su audacia de borracho a las cuatro de la madrugada.
Yo, inmóvil, retomo el aliento y regreso al mundo de los cañones del colorado y del desierto de Néguev, al cuero de mi acompañante que se extravió en una llamada.

jueves, enero 30, 2014

fin del viaje



Me he dado la vuelta varias veces y sigue ahí. Si me girara de nuevo, sé que lo vería en el mismo lugar quieto, sólo,  mirándome fijamente, entre la muchedumbre de este inmenso hall del aeropuerto internacional de. 

Prefiero no hacerlo. 

Prefiero...  Elijo seguir por el pasillo, en mi propio silencio abismal, dejándome llevar por los que empujan la fila de viajeros hacia las puertas de salida a la pista. Porque si me vuelvo y vuelvo a encontrar sus ojos, no seré capaz de subirme al avión y haré de esta ciudad mi hogar.

lunes, marzo 19, 2012

un agujero





Por donde asomar la cabeza

mirar las montañas, el cielo,

las chimeneas

tomar aire.




Por donde oir

a los vecinos, una ambulancia
un pájaro

o el viento.



Por donde volar

los sueños, los abrazos

un árbol, felíz cumpleaños

o un beso.



Por donde escapar

a tu vientre, tu espalda

tus piernas, entre ellas

o a tu voz.

Un ventana para ir a tu encuentro

a tu trabajo,a tus poemas

a tu vida familiar,

a tu luz y a tu sombra.

Y regresar a casa.

jueves, marzo 08, 2012

embrollo



Al juez lo acusaron de cohecho: no le quedó más remedio que comerse el caso y soltar al detective.

Salí aliviada de allí y al doblar la esquina me tropecé con la poli. Esto no había acabado. Yo, no supe qué decir, Russ. El detective me gustaba mucho y no estaba dispuesta a delatarle.

Por eso callé cuando me dijo el inspector Ford: " Rachel, cuenta todo lo que sabes. Canta o..."

Reconocí esa mirada. Iba a ser muy fácil esquivar esa bala: Dejé que me follara en el callejón, siempre he desafinao y ese tipo nunca iba a creer que yo no fingía al cantar tan mal...