viernes, noviembre 21, 2008

decena fantasma


Dice su buzón de gmail que, si le apetece leer algo, siempre puede consultar el google noticias. La única noticia que la seduce es aquella que la besa con la sabiduría de diez expresiones pulsadas dedo a dedo -con los diez- ilusión fundida en negra habitación sensual: decálogo básico para elevar la esperanza a la enésima vibración... Sí, se refiere a esos tuyos. Tan ausentes como tú. Tan inventados como tu nombre y tu forma humana.
Tú, su inexistente besador.

sábado, noviembre 15, 2008

depósito de silencio


Recibí tu carta y me alegré. La abrí y dentro de esa carta había otra carta y me volví a alegrar. Abrí la segunda carta pero dentro de ella había una tercera. Los sobres eran casi etéreos, como nubes tratadas con papel de arroz. Esa tercera carta remitía a una cuarta y a una quinta carta. En la quinta carta hacías referencia a una décima carta que escribirías tres días después de que recibieras la respuesta a tu segunda carta. Pero la segunda carta venía dentro de la primera que remitía a su vez, a una vigésima octava carta que escribirías despidiéndote de mí por no haber respondido la séptima carta, donde me decías que las seis anteriores eran un simulacro de esa que nunca llegarías a escribirme, porque no me lo merezco y porque mi alegría al leer tu primera carta te parecía totalmente fingida, lo que no era cierto; pero ya era tarde para andarte convenciendo de ese tipo de cosas después de que ha pasado tanto tiempo y tantas cartas que sólo llevaban y traían nuestro silencio tan bien dobladito entre papeles blancos...

miércoles, marzo 19, 2008

así es

es un Hopper, claro
¿Cómo explicártelo?

Esto es como...
...un crucigrama sin espacios en blanco, el aplauso rezagado en el teatro, el último verso de José Hierro. O Àngel González, palabra sobre palabra, al viento o a la guitarra.

Como el disco que enciende las luces del bar, dormirme sobre tu pecho reposado en tu abrazo. O el chivato acribillado a balazos o mear en una hoguera. Como la última patada del ahorcado, la firma de una hipoteca, el traficante que sale invicto de su paso por la aduana.

Abrazar al recién parido
bajarse del taxi en el aeropuerto y no mirar atrás...

O tirar el ramo por encima del hombro
despedir al último invitado o
"tus ojos color de hoja cierran el verso".

Como apagar al irnos...
sellar el sobre con lacre,
leer un testamento o apretar la tecla "enviar".

Tirar de la cadena,
acomodarte en el asiento entre nubes
y abandonar tu vida en manos del piloto...

O en la papelera de reciclaje.
O el final del tránsito de Plutón
O del partido (con Messi marcando el tres-a-dos)

Como lavarse los dientes antes de acostarse,un grito de gozo al follar contigo,un Martinu por Panocha en Josefo, desear y soplar velas o ponerle nombre a un lienzo, gastar el último céntimo, devolverte las llaves de tu apartamento o entrar de un salto en el vagón del metro a punto de partir y sonreír.
Como mirar tres sorollas y un renoir a través de tu cámara que atrapan mis ojos , saberme vivo después de haber pequeñamente muerto, despertarme Romeo sin Julieta (sé que al revés fue tremendo). O ser el Oscar de Bardem, un jarro de agua fría, un "no es lo que parece", besos en la oscuridad en un hotel Madrid..

Como escribirnoslo diez veces diez y pixelarnos.
Como el reloj nos devela en cada tic, en cada tac de su silencio final: esto está resuelto.

viernes, febrero 29, 2008

sueño que te echo de menos


Tras un suspiro que silba tu nombre, intento coger aire y me trago un avión. No sé porqué ni me interesa saberlo. Será que quiere recorrerme por dentro y poner de manifiesto mis sentimientos, sacarlos a la luz cuando logre encontrar la salida. Pero no da con ella, me revolotea sin rumbo durante horas, cargado con 430 mensajes de angustia y me provoca náuseas. Me da por vomitar. Y entre vómitos veo un cielo verde de bambú y una luna verde palideciendo como yo, mareada como yo, vomitando como yo. Y el avión se transforma en un cohete rojo y aluniza.
Yo alucino porque me recuerda tu verga clavándoseme...
Rememoro cómo me enciende tu suavidad al acariciarme los labios, vibro con tu determinación al plantarla muy adentro, esta vez en un cráter de la cara oculta que nadie descubrió.
La luna vomita con más fuerza y yo tomo aire y entre migas de bacalao, coulis de frutas y risotto indigerible, el cohete que un rato fue airbus se esparce a mis pies en un chorro de lava que brota como un surtidor de mi estómago, eyaculación familiar, nada casual, como aspersor en el cesped verde jardín de mi pelo, ya del todo verde como la luna y yo y el cielo.

Y tú eres uno de los pasajeros desintegrado entre guisantes y pimiento del piquillo.

Me levanto a beber agua. Ha salido el sol, me acurruco de nuevo, pegada a tus nalgas y tu espalda y me duermo, ya toda azul

Gracias por las fotos a E. Xie , E. Schildt y C.Margeli

lunes, enero 21, 2008

luz



Los dos son luz, reflejo el uno del otro, luz entre ellos, suspendida en el aire en el que no están, detenida, sin respiración quieta de vela, pero sí de calor. De luz y silencio.


Dos veces al mes, paso por delante de ese montón de basura y revuelvo entre papeles de oficina y cartones, pañuelos manchados de carmín o mostaza para encontrar la pila de poemas numerados que alli abandonas, dos veces al mes, a mi alcance, las palabras se circunscriben unas a otras, se hacen comunes las diferencias que se expanden con tus ondas de optimismo, me alcanzan y me estremece descubrir que se han transformado en sentimientos compartidos, percepciones de dos locos imaginativos... Es un lago de ilusión, yo en la arena, tú en suaves olas hasta la orilla me besas de diez en diez veces la piel y yo te abrigo con esa sonrisa tan tuya que curva las letras hacia arriba -busca que te busca los puntos- sobre las ies que se dibujan en mis mejillas. (Eterna fiesta en que enciendes toda las bombillas de nuestras ramas).

Lo descubrí un día al apearme del autobús en la Cientocuatrobé y voló hasta mi pierna una hoja escrita a mano. Sacudí el pie para que se desprendiera y siguió ahí abrazada, mirándome desde abajo como se mira desde arriba a un poema tatuado en la pierna: sincronizados en un abrazo ciego. Con toda la luz de su empeño, la cogí y sin mirarla caminé con ella arrugándola entre mis dedos -y ella agarrada a mi mano- hasta el montón de basura del cruce con la calle Amarilla, para tirarla. Ignorante aún de que era la hoja la que me alumbraba la noche y el camino. Allí había una pila de papeles desordenados, numerados, diecisiete. Reconocí el formato. Leí entonces el que todavía permanecía en mi mano y me llevé los demás a casa. Me dieron las tres de la mañana, leyendo y releyendo aquella tempestad de emociones. (Desde entonces, las luciérnagas revolotean ebrias en mi ventana cual botellón en tu plaza)

Cada noche pasa a la misma hora excepto cuando intervienes tú y te plantas enmedio de la calle con los brazos extendidos en cruz. Llegados a este punto, intersección de la calle Naranja y la Cientocuatrobé, el camión de la basura se detiene chirríando sus neumáticos. El conductor aprieta los dientes, te maldice y jura que la próxima vez te atropella sin más miramientos... Pero eso ocurre cada diez, doce o quince días, no hay manera de saber cuándo vas a aparecer, no hay forma de prever cuándo saltarás al asfalto para interrumpir la labor de los basureros.

Uno de ellos se limita a jalearte, mirada de si-no-te-quitas-de-ahí-te-voy-a-meter-dos-hostias, "pobre loco", piensa. Tú te quedas alli plantado un par de minutos y luego te vas tranquilamente.

Es el tiempo justo que necesito para acabar de revolver entre la basura de la esquina, entre la calle Amarilla y la Cientocuatrobé. Porque cuando dos veces al mes puedo salir del trabajo antes de hora, el transporte público me deja allí antes de que se hayan llevado los escombros y recojo en esa esquina poemas que alguien que desconozco deja apilados a la basura.

(...Ella no sabe que, después de depositar los poemas, me voy a la esquina de la Cientocuatrobé y la calle Naranja y espero que aparezca su autobús. Cuando llega el camión de la basura antes que ella, me planto de un salto enmedio de la calzada y le monto el numerito al basurero, lo entretengo y veo como ella camina hasta los poemas. Entonces le guiño un ojo al conductor y me voy silbando algo alegre. La luz de su rostro al descubrir mis escritos me ilumina durante los siguientes quince días para seguir escribiendo los poemas sonrientes que la luz dibuja)

martes, enero 15, 2008

a tu mirada le ofrezco...




Tremendo impacto visual encontrarme con tu mano, tus dedos, tus ojos, tu hombro, tu desnudez pudorosa, tu impúdica mirada.

Terrible no saber contarte cómo me has desafíado y me has enredado entre sílabas y versos, aunque sé que no es a mi a quien miras los pezones, ni escribes. Ese perfecto equilibrio tuyo entre mirada y verbo que me provoca sensación estremecedora de descarga eléctrica, la satisfacción de correr hasta quedarme sin aliento y detenerme en el aire en pleno vuelo, dejarme llevar entre dos corrientes de aire, sobrevolar tus aguas y tus arenas, saciar la sed de belleza con tus letras, ganarme el descanso al sol, estremecerme-regocijo-entre tus versos.

Aplaudirte y marcharme en silencio, aplaudirte en silencio y quedarme, retener la respiración, para que no notes, para que no sepas que he venido a leerte y me has hecho brillar de orgullo porque redescubro el gozo que me provoca tu forma de escribir: el placer de encontrarme con todos los ángulos de tu expresión, tu perfecta geometría.

Bello es tu desplante, créeme que me hiciste disfrutar y cuanto más te leo menos sé cómo corresponderte. Por eso me fui sin hacer ruido, sin dejar huella.

Ahora, aquí, tan sólo se me ocurre ofrecerle hoy a tu mirada... la espalda

Inspirado en el post "Te miro"