viernes, junio 09, 2006

ya no hablamos

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A otro puede, a mi no. No es la soledad la que me va a matar, porque ni siquiera acompañada sé si me salvaría ya. Tampoco hablo de suicidio, no es eso, no tengo cómo acabar conmigo. Los tiburones no tardaran en aparecer y rezo para estar muerta cuando me empiecen a morder. No obtengo placer de esa visión de mi misma, despojo humano a la deriva.

La soledad me ha vencido muchas veces, pero ahora no se trata de eso, ahora no. Me moriré porque ya no me queda sangre -tengo el cuerpo destrozado, cosido a cuchilladas- Tampoco tengo ganas de vivir así, no me interesa, aunque estuvieras a mi lado. Porque ya hace tiempo que estábamos solos, juntos y en silencio, y así hemos hecho el amor por última vez y nos hemos devorado con pasión mientras cortabas mi piel, infinitas brechas sobre mis pechos, mi espalda, mis brazos y mis piernas, que luego lamiste en un intento loco por detener la llegada de mi muerte, pero te pedí que la aceleraras. ( ¡Y el sufrimiento de tu mirada, amor, tu mirada y el roce de las yemas de tus dedos sobre mi rostro en un gesto desesperado de adoración...!)

Y no gemí, ni me quejé. Todo se redujo una vez más al silencio. El aislamiento y ese desamparo nos ha hastiado a los dos.

Hace tiempo, cuando todavía nos pisábamos las frases con ingenio, cuando nos embarcamos juntos en esta odisea, prometimos que jamás no permitiríamos alcanzar la incomunicación absoluta, antes nos separaríamos: uno saltaría por la borda y el otro navegaría en busca de mejor destino. Veníamos de historias corrompidas y no queríamos volver a vivir ese grado de deterioro amoroso.

Me ha tocado a mi saltar. Con tu ayuda... Al fin y al cabo, antes de hacer el amor por última vez, cuando tú te ofreciste a tirarte y dejarme a mi a salvo en el barco, enmudecí.

Es cierto, ya no hablo. Me da lo mismo hablar que callar y te da lo mismo que calle o te hable, ya no me escuchabas demasiado, ni prestabas atención a mis respuestas. Mucho menos a mis preguntas. Prefiero que sea el silencio el que me acompañe, no tengo nada que decir y tú no tienes nada que escuchar.

Ahora oímos lo mismo, tú en la popa, yo en el agua: nada.

Silencio de olas salpicando en cadencia por cinco lados, en sincronía a la nave y a mi. Vuelo de burbujas sigilosas que explosionan en miles de gotas y chocan contra tu mirada vidriosa y mis ojos perdidos. Murmullo de discreta aspersión que se sincroniza, progresiva, con la circunspección que nos aísla.

La sal me quema las heridas, duele mucho, casi tanto como el abandono elegido. Y los huesos se enfrían. La mente se me embota con esta sobredosis de silencio que emborracha mis pensamientos.

Una vez más.

"Ya no hablábamos" has susurrado al empujarme por la borda y tus últimas palabras me mecen ahora sobre espuma roja, con una intensa somnolencia que me vence.

9 comentarios:

Juan Pablo Belair dijo...

Bahía de aguas turbulentas, el auto-ahogo, no hablar no significa no tener nada que decir, quisiera lanzarte unos versos como salvavidas pero sé que no quieres que te encuentre.

C. dijo...

hay tanto por callar aún...


muchas gracias por prestarme tu foto...
te leo

RODOLFO GAINZA dijo...

El silencio puede ser un gran aliado, cuando las palabras son espadas filosas.
Es un bello escrito, para el inefable olvido.
Para mí siempre has sido Reina Inquieta

Un abrazo.

fgiucich dijo...

Gracias por visitar mi casa y dejar tus comentarios. Volveré. Saludos.

Pilar dijo...

Has narrado el dolor de la ruptura de una forma universal, quién no podría entenderlo?... magnifico texto.

Rey muerto dijo...

Gracias por vuestros comentarios y por las visitas calladas.

A la vida el silencio le sienta bien un rato.

Pero el resto del tiempo, yo necesito tu voz y la música para vivir con pasión (¿se puede vivir de otra manera?).

Besos silenciosos para alguno y sonoros para otros.

LOLITA LOP dijo...

como duele leerte ... a parte no es mi mejor día ... te tenía pendiente ..lo intenté dos veces antes ...

escribes tan bien Rei ...

un beso desde el mar

Marisa Sonrisa dijo...

Dios!, vengo de leer a Pau y me encuentro con mi historia escrita con palabras que nunca supe escribir, y el mar...incluso dibujastes el mar.
saludos

Turquesa dijo...

UFFF!!! duele...