jueves, abril 27, 2006

breve encuentro

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el dibujo se lo tomé prestado a Dock

El cielo es de un color verde esmeralda. No es extraño el color en sí, es un verde precioso, algo revuelto, lleno de ranas saltando y abriendo sus bocas para croar sin emitir sonido alguno. Lo raro es que estoy acostumbrada a ese cambio repentino de color en mis cielos. Ocurre, sobretodo, cuando me paso un rato con la mente en blanco, con cara de nada...
Normalmente no me cuesta nada aislarme del mundo que me rodea aunque esté en la terminal del aeropuerto esperando a que llegue el avión de Eduardo, mi amante actual y más osado, el que no escatima creatividad ni imaginación al desplegar todo su arte amatorio conmigo y no con una esposa previsible y conservadora. Todo el mes de abril sin él se ha hecho eterno.
Llegaba tarde ese avión, muy tarde de madrugada y yo ya no tenía ni agua, ni chicles de menta, ni tabaco. Anquilosada, ya ni ganas de moverme demasiado. Los bares de la terminal habían cerrados a las once de la noche, poca gente trasegando y sobre mí, un cielo verde pistacho -reconfortante como un edredón mullido- más allá de las vigas y los cristales de los grandes ventanales me invitó a dormitar. La música de Brian en los auriculares me llevó a soñar que Eduardo llegaba y me abrazaba y después introducía la mano bajo mi blusa de lino, me acariciaba los pechos y jugaba con mis pezones. Se apretaron mis piernas, cruzaron y retuvieron intensamente los jugos que pugnaban por mojar mis muslos, echándole un pulso a mi conciencia. Noté sus besos en mi cuello y su búsqueda de mis huecos con su lengua descarada. Abrí los ojos al cielo aterciopelado verde almendra; restablecí el ritmo de mi respiración alterada y esperé que nadie se hubiera dado cuenta de mis ganas de correrme, para levantarme a pedir un cigarro.

Miré y un poco más allá descubrí a ese hombre con cierto estilo de buen-chico-pero-rebelde, inconformista y tímido: alto, rubio, delgado y vestido de negro. Me recordó a Brian en su última visita a España (Ese tipo siempre me atrajo...)

Perdona ¿Tienes un cigarro? Sí, sé que aquí no se puede fumar... ¿Tú también esperas? Saldré afuera a encenderlo ¿Quieres acompañarme?

Cuando me preguntó "¿A quién esperas? me dieron ganas de mentirle a esos ojos verde agua que fueron de mis pechos a mis pupilas previo paso por mi boca. Mentí sin pensar demasiado y, con un asalto de repentino pudor, transformé a mi amante de los últimos tres meses en mi novio formal.

Él vaciló un instante, parpadeó y mintió diciéndome que esperaba a su hermana. Sonreí abiertamente. Sonó el móvil, el avión de Eduardo había aterrizado y ya se dirigía a recoger su maleta.

Miré a ese Brían, no le pedí el teléfono -craso error- para jugar a la seducción otro día. Estaba cansada y hay un tempo para todo: él suyo ya había pasado. La ocasión se había esfumado como el humo del cigarrillo que pisaba ahora con mi sandalia.

Me gustó que mintiera porque se sintiera atraído por mí y me despedí con una leve caricia en la mejilla y un beso que deposité en la comisura de sus labios. De un lado al otro, pasé rozándolos con los míos y le dejé un beso más en la otra esquina de su boca.
Olía bien, a pinos calientes por el sol en un atardecer de verano. ¿Nos volveremos a ver? aventuró. Le dije que sí al oído, con sus antebrazos todavía agarrados por mis manos... "Seguro que sí..."

Ví como me sonreía Eduardo y lo saludé con la mano en alto. Al agitar mis dedos en el aire, un perfume de resina y pinaza envolvió a todos los presentes y despertó un deseo irrefrenable de pegarme a su cuerpo.

El cielo verde cadmio oscuro se salpicó de luciérnagas exaltadas que nos acompañaron hasta mi cama...

( Niño Melón me invitó a escribir este texto, complemento de otro suyo. Espero que le guste y a los demás, también. Gracias)

7 comentarios:

unsologato dijo...

Aprobado. Enteramente satisfactorios tus verdes. Te dejo una manzana verde para que la muerdas con toda la pasión con que escribes, querida reina inquita.
Y también un verde de helechos de mis ínsulas donde va escondido este beso anaranjado...

Bien, che!!!

Juan Pablo Belair dijo...

Estar en el borde, a punto de estallar, de saltar, de ebullir, de espaldas al vacío imantado por ese fondo desconocido, o bien caminando por esa delgada línea... verde.

franhilz dijo...

me gustó

hay algunas metáforas gloriosas,
"olía a pinos calientes"
"se salpicó de luciéngas exaltadas"

muy bien

LOLITA LOP dijo...

pocos verdes de la paleta has dejado sin usar ...

me encanta el verde . Mi cocina está pintada de verde pistacho.Los ojos de mi amor son verdes verdes . Mi manta de relajación tambien es verde (manzana) y verde musgo es la chaqueta de chandal que llevo puesta ahora ...

¿que pasó con Eduardo?

un beso... (me asusté el link que tengo en mi blog no se correspondía con tu nueva dirección y pensé que estabas escondida ...)

besitos Reinita

Isthar dijo...

Vengo de leer al Niño melón y te digo lo mismo que a él: Tras leer los dos he de decir que me ha encantado este cruce de puntos de vista y perspectivas.

Es curioso lo mucho que nos sorprederíamos si un día llegásemos de verdad a saber la otra versión de las cosas que nos suceden en el día a día :)

Abril_de_otoño dijo...

creo que llas vidas se pintan de verde cuando quieren producir vidas,
metaforas hermosas salen de tu corazon,
caminos que se cruzan o quisas sentimientos que se mesclan,

felicidadez,

abril.

mentecato dijo...

Niño Melón me pidió una variante de su texto. No he podido hacerlo por tiempo. Lo tuyo es magnífico.

Un abrazo.