domingo, noviembre 20, 2005

reflejo



Ella no me quita la preocupación. Al contrario.

Deja que siga preocupándome por todo. Le gusta ver como me agobio y doy vueltas sobre lo mismo una y otra vez. Le encanta que me obsesione.

Dice que somos iguales, tan maravillosamente paranoicas que, cuando tiene un día cruzado, lo mejor que puede hacer es venir a verme, sentarse frente a mí, servirse un copa de grappa y mirarme a los ojos. Ahí es cuando yo comienzo a ofuscarme y me fijo en todos los detalles: su camisa con un botón desabrochado de más, sus labios muy pintados de rojo (ella lleva siempre un color mucho más discreto), la música que llega del patio interior y el olor a chimeneas encendidas en la noche fría... Todo calculadamente agresivo, todo enfocado a desorientarme. Atmósfera inquietante para desestabilizarme. La conozco tan bien y la veo venir con su desaire. "Hoy no, no vas a poder. Si necesitas descargar tu ansiedad, vete a follar que relaja mucho. Pero a mí, déjame en paz".

Me contesta que no, que hay que echarle mucha imaginación para que un sólo hombre sean todos (y ninguno tonto). Que yo juego mucho mejor.

Me desarma, comienzo a preocuparme y ella a relajarse. Y mientras bebemos mira como me desnudo frente al espejo y me acaricio para ella... para mí.

2 comentarios:

LOLITA LOP dijo...

te acbo de descubrir , para mi placer ... me gusta como escribes , pasaré a menudo por aquí...

te acaricias tan bien...

unsologato dijo...

Y todas queríamos ser reinas... pero algunos fuimos gatos... y haberte descubierto es una de los mejores sueños que han pasado por mi bigotes...

te beso las uñas rojas

Bien, che!!!