lunes, noviembre 16, 2009

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La vida me trata con dulzura a la orilla de un río muerto.


Apestan ocho horas desde que se inscribió en el hotel, ni siquiera tiene un móvil al que llamar... Falta muy poco para que establezca contacto, un taxi claxona, el río apesta, se pierde bajo el puente, se lo lleva la corriente, al taxi, al río, su olor...

La vida me trata con dulzura y olvido ¿Cita fallida? ¿se ahogó en la tormenta, en su voz? ¿se ahogó en el río sucio revuelto? Se le paró el reloj

Ocho horas inscrita.

Se ducha... ya no apestará a río. ¿Dónde está el centauro?
Canta bajo el agua limpia: "por la espalda, me buscas con la boca y la mirada" en presencia del mismísimo mutis y el gaviero. Bienvenida al agujero encendido para el invierno:
Cuando la capa de hielo es delgada hay que andar deprisa

Ocho horas más tarde él llega con violoncello y sin llave: "hemos recorrido un largo camino". (Su voz suena a algo tranquilo, a tumba).

Actuamos unidos, sobrevivimos unidos, no soy la mujer por la que me toma: me gustan los cementerios, me quedo a vivir en su verbo

s
i
fallamos,
dispárame de una vez
entre las dos cejas

Eliges un monumento, un panteón, una legión de gatos...naturalmente tengo miedo.
Llega la aurora con unos suaves notas de J.S.Bach o algo de jazz de Chet Baker
me gustó y me corrí, perplejo ¿?... sabía que nunca me perdonarías.


El río apesta a muertos: tu cuerpo, el mío. Mi cadáver levita de nuevo, he aprendido algo, pero... ¿Cómo demonios puedo saberlo? Algún perro rabioso se comió mis entrañas, mientras enredabas mis sesos. Ya no recuerdo cómo me follaste sobre el mármol helado con ángel.

Ahora soy memoria metamórfica caliza.